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Regálame un trozo de tu fé
de esa que escondes bajo la almohada;
de la que echas mano cuando no llego a casa.
Regálame unas gotas de tu paciencia
de las que tomas en las mañanas;
cuando grito por todo y me molesto por nada.
Dame de tu esperanza
de la que llevas a ocultas sobre la espalda;
pues sabes que yo podría quebrarla.
Déjame regresar a casa,
a tu cama,
al sillón viejo de la sala
y reírnos de la estúpida rutina diaria.
Déjame envolverte de nuevo entre palabras
frente a la tele,
cegarte a besos mientras en Bagdad se matan.
Déjate caer en esta trampa
fabricada con mecanismos de casa encantada.
Dame tiempo para pensarlo
meditarlo,
repasar de principio a fin lo planeado.
Dame más razones
para no matarte mientras duermes;
porque yo estoy ahí
siempre acechando
esperando que te equivoques;
susurrando con voz de muerte a tus pasos.
(Fíjate a quien le abres la puerta,
quien se mete en tu cama)
Descuida,
duerme tranquila.
hoy tienes asesino en casa.
1 comentario:
Ricardo: Me encantó, te digo en serio, me encantó y ese final de "Descuida, duerme tranquila. hoy tienes asesino en casa". Me mató. (podría decir me asesinó). Ya te tengo linkeado para no perderte y el cambio de dirección fue un arrebato involuntario de un dedo malcriado. Pero ya está controlado. Fue asesinado.
Maya
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